si yo fuera Presidente de la República hoy mismo cierro la Cámara de Diputados.
Y no se trata de sufrir aires de dictadorcillo como los de algunos, sino de puro y simple sentido común. ¿Vio el reportaje de “Informe especial”?, ¿ése titulado “Lupa a la Cámara? Si lo hizo va a compartir en un 150% mis ganas de arrancarles la cabeza uno a uno a nuestros parlamentarios. Si no, se lo resumo encantado.
Un prolijo seguimiento de 8 meses encabezado por la periodista Ángela Robledo reveló que los tipos (y me refiero a los diputados que elegimos) incurren en las negligencias legislativas más olímpicas. Votan por otros, falsean las cifras de asistencia, van sólo a marcar tarjeta, evidencian un cuadro de pidulle generalizada que les impide estar quietos en su lugar de trabajo. Las imágenes del hemiciclo vacío cuando no había comisiones especiales sesionando en forma paralela hablaban de un dramático e injustificable ausentismo laboral. Si eso no es sacada de vuelta, yo soy Susan Boyle.
Lo más tragicómico es que cuando fueron enrostrados por estas conductas se defendían como gatos (¿de campo?) de espaldas. Tienen chivas para todo. Por ejemplo:
Sorprenden in fraganti a Ramón Farías chacoteando en su Facebook y, encarado por la reportera, aduce que “mi madre está muy enferma”. ¿No le suena a las típicas cuchufletas que tirábamos en el colegio, diputado? Ya, concedámosle que sea cierto, ¿no le pagan lo suficiente para concentrarse en su pega haciendo abstracción de problemas personales? O está con la cabeza en una parte o en la otra.
René Alinco saca la vuelta tupido y parejo en la Plaza Victoria, como un cesante más, y al pedírsele una explicación sale con que “soy un hombre de la construcción, de trabajo práctico. El sillón me enferma”. La solución está a la mano: salud incompatible con el cargo y te fuiste pa’ la casa. El siguiente.
Al UDI Ignacio Urrutia lo pillan viendo datos de carreras de caballos y declara al día siguiente, muy echado para atrás, que prefiere eso a estar “tres horas escuchando discursos fomes”. Habría que recordarle que de muchos de esos “discursos fomes” dependen decisiones cruciales en materias delicadísimas para muchos chilenos que no tuvieron la suerte de agarrar una pega tan cómoda como la suya. A menos que sea cierto lo que muchos sospechamos y las votaciones están decididas de antemano, por una orden de partido, sean cual fueren los argumentos que se expongan en la sala…
¿Le quedaron gustando las excusas impresentables? ¿Quiere más? Échele un ojo a ésta. Patricio Walter, ex presidente de la Cámara de la Cimarra: “¡en todos los Parlamentos del mundo cuando uno está exponiendo los otros hablan entre ellos!” Tate. Con ese criterio “en todas partes pasan autos con luz roja cuando está a punto de cambiar” o “en todas partes roban plata en los cargos públicos”.
Manuel Rojas (el mismo diputado del baile del koala), sorprendido una hora conectado a Facebook. Su defensa: “La tecnología nos permite comunicarnos con todos nuestros electores”. Para eso quédate en la casa, cibercampeón. Y la semana distrital conéctate a messenger. El elector que no tenga computador sonó.
Felipe Salaberry, consultado sobre por qué llega tan re’ tarde a las sesiones: “Yo soy miembro de la directiva de la UDI”. ¿Tan poca gente tiene ese partido que no hay nadie más que tenga más tiempo?
El carerrajismo-leninismo sigue con la plata destinada a oficinas que el diputado Julio Dittborn deja en la nebulosa al ocupar casas de “amigos” para recibir gente. Su explicación: “Puedo usar la casa de ellos cuando yo lo estime conveniente”. ¿Y se instala en estas casas?”, le pregunta la periodista. “Cuando tenga gente que quiera hablar conmigo me instalo en mi oficina distrital”, responde el flexible diputado.
Y la respuesta oficial del organismo más puesto en tela de juicio del país, escandalosamente tibia: Rodrigo Álvarez, presidente de la Cámara de Diputados, ese mismo día, en “Medianoche”, infla el pecho y dice “hay que reconocer la gran transparencia de esta Cámara”. Já. Es como cuando pillan a un mechero, él se deshace ante los guardias del supermercado de los aceites y los jabones y se jacta de lo limpio que quedó. Álvarez de nuevo, sobre la irregularidad de las platas destinadas a sedes: “Yo no soy nadie para juzgar conductas personales (¡eres el presidente de la Cámara de Diputados, hombre!)”. Si el capo máximo del principal ente fiscalizador de este país se encoge de hombros de esta manera ante los vicios y malas prácticas de sus propios dirigidos, vale preguntarse ¿quién fiscaliza a estos mequetrefes? Estamos, señores y señoras, ante la institucionalización del primer colectivo anárquico en este país. Un logro y una tajada de poder que ni siquiera soñó el okupa más recalcitrante.
Con un “control” tan permisivo sobre sus cabezas, me explico perfectamente las frases para el bronce, que destilan prepotencia, que se despachan los “dipu-apitutados” cuando los aprietan y les piden al menos un gesto de mea culpa. Transcribo. Pablo Lorenzini: “el Parlamento no es democrático, éste es un parlamento designado a dedo”. Menos mal que la alegría había llegado… O Alinco, desafiante: “Salgo todos los días y lo voy a seguir haciendo”. Güena, Canitrot. El único problema es que la plata que te pagan por lustrarte los zapatos en la Plaza Victoria en horario laboral te la pagamos todos los chilenos.
fuente BIP
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